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Comentario al Evangelio de II Domingo Ordinario (Las Bodas de Caná)

Foto del escritor: Diócesis de IztapalapaDiócesis de Iztapalapa

Por: Redacción.


Jesús, invitado a nuestras bodas

El relato comienza con una boda, un momento de alegría, de comunidad y de celebración. Jesús, su madre y los discípulos son invitados. Este detalle, aparentemente sencillo, tiene un mensaje profundo: cuando invitamos a Jesús a nuestra vida, especialmente a nuestras relaciones y proyectos, Él transforma lo ordinario en extraordinario. ¿Es Jesús un invitado en las bodas de nuestra existencia? ¿Le hemos dado un lugar en nuestros momentos importantes?

La intercesión de María: “Hagan lo que Él les diga”

Ante la falta de vino, María no se queda de brazos cruzados. Ella observa, se preocupa y actúa con confianza. Su intervención nos enseña que María no es solo una madre amorosa, sino también una intercesora atenta. Ella conoce el corazón de su Hijo y confía plenamente en Él. Su frase: “Hagan lo que Él les diga” no es solo una instrucción para los sirvientes, sino un consejo eterno para todos nosotros. ¿Estamos dispuestos a escuchar y obedecer a Jesús, incluso cuando no comprendemos del todo sus planes.


El milagro de la abundancia: Agua convertida en vino

Jesús transforma agua en vino, pero no cualquier vino: el mejor vino, en una cantidad abundante. Este signo nos revela el corazón generoso de Dios, que siempre nos da más de lo que pedimos o imaginamos. Él no solo llena las tinajas, sino que las llena hasta el borde. Esto nos invita a confiar en que Dios no se queda con lo mínimo, sino que derrama sobre nosotros su gracia en abundancia. ¿Qué áreas de nuestra vida necesitan ser llenadas con la “abundancia” de Dios?


El vino mejor para el final

El comentario del mayordomo es profundamente simbólico: “Has guardado el vino mejor hasta ahora”. Este detalle nos habla de la pedagogía divina. A menudo, Dios guarda lo mejor para el final, nos invita a la paciencia y a la esperanza. En un mundo donde queremos resultados inmediatos, este pasaje nos recuerda que Dios trabaja con tiempos perfectos, y lo que Él tiene preparado para nosotros siempre supera nuestras expectativas.


El primer signo: Fe que transforma

San Juan concluye diciendo que este fue el primer signo de Jesús, en el que manifestó su gloria y sus discípulos creyeron en Él. No fue un milagro ruidoso ni escandaloso, sino un gesto humilde que transformó un momento común en una experiencia de fe. Esto nos enseña que la gloria de Dios se revela también en lo cotidiano, cuando confiamos en Él y permitimos que actúe en nuestra vida.


El vino nuevo de nuestra vida

Hermanos, el Evangelio de las bodas de Caná nos invita a reflexionar sobre el lugar que le damos a Jesús en nuestra vida. Él es el vino nuevo que da sabor a nuestra existencia, el que llena nuestras tinajas cuando parecen vacías. Hoy, hagamos nuestra la invitación de María: “Hagan lo que Él les diga”, y confiemos en que, con Jesús, siempre habrá abundancia y lo mejor está por venir. Amén.

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