Santo Jubileo del Primer Decanato

Por: Iliana López Campos.

En el marco del Santo Jubileo, el Primer Decanato se reunió este 5 de noviembre para dirigir el Rosario Jubilar, encuentro que inició con un canto de apertura y fue guiado por el Pbro. Vicente Amaro, Decano del Primer Decanato, quien meditó junto a la comunidad los Misterios Gloriosos, invitando a contemplar la presencia viva de Dios en medio de su pueblo.

Al concluir el Rosario, dio comienzo la Celebración Eucarística, presidida por +S.E. Mons. Jorge Cuapio Bautista, Obispo de Iztapalapa, acompañado por los presbíteros del Primer Decanato. En un ambiente de recogimiento y esperanza, Monseñor Cuapio dirigió una homilía centrada en el amor misericordioso de Dios, que renueva y fortalece la vida de sus hijos.

Durante su mensaje, el Obispo recordó que la verdadera esperanza tiene su fundamento en Jesucristo, quien, por medio de su Espíritu, transforma los corazones heridos por el egoísmo, la tristeza y la ambición. Señaló que gran parte del sufrimiento humano proviene del alejamiento de Dios y de la pérdida de la gracia de vivir con fe. No obstante, subrayó que el Señor nunca abandona a su pueblo, sino que lo llama constantemente a regresar a Él, a recuperar la alegría del Evangelio y la confianza en su misericordia.

Monseñor Cuapio exhortó a los fieles a optar firmemente por Cristo y por los hermanos, comprometiéndose con la vida, el amor, el servicio y la comunión. En un contexto marcado por la fragmentación y la violencia, animó a los creyentes a ser portadores de esperanza y constructores de paz, colaborando con Dios en la renovación espiritual y social de la comunidad.

“El Espíritu del Señor está sobre nosotros —afirmó—, nos ha ungido para proclamar la Buena Nueva, para levantar la mirada, avivar el corazón y transformar con alegría este mundo que tanto necesita de la luz de la fe.”

La jornada concluyó en un clima de gratitud y alegría, en el que los participantes reafirmaron su compromiso de caminar juntos, guiados por el Espíritu Santo, hacia una Iglesia viva, esperanzada y misericordiosa.