Toma de Posesión del Pbro. Mariano Morales Espinosa en la Parroquia de Nuestra Señora de la Encarnación
- Diócesis de Iztapalapa

- 21 sept
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Por: Anahi Torres.
La tarde del 20 de Septiembre, el Pbro. Mariano Morales Espinosa tomó posesión como Párroco de Nuestra Señora de la Encarnación. La Celebración Eucarística fue presidida por +S.E. Mons. Jorge Cuapio Bautista, Obispo de la Diócesis de Iztapalapa.

Durante su homilía, el celebrante recordó la importancia de mantener un corazón puro y perseverante. Explicó que la semilla es la Palabra de Dios, y que un corazón bueno es capaz de dar frutos en obras de bien. “Jesucristo vino como Palabra de vida y salvación, y nosotros somos testigos de ello”, expresó, subrayando además que la Palabra es poderosa y transformadora.

El obispo invitó a los fieles a cultivar un corazón bondadoso, capaz de acoger con gozo el mensaje divino y hacerlo vida en el día a día. “Cada uno de nosotros debe prepararse para que la Palabra habite en nuestro corazón”, enfatizó.

Más adelante, el Pbro. Daniel Cordero, Canciller de la Diócesis de Iztapalapa, hizo lectura al nombramiento del el Pbro. Mariano Morales Espinosa como administrador parroquial en la Parroquia de Nuestra Señora de la Encarnación , mencionando todas las responsabilidades como párroco.

Posteriormente, el Pbro. Mariano Morales Espinosa, realizó la profesión de fe y se comprometió a enseñar con fidelidad los Santos Evangelios. Monseñor Jorge Cuapio Bautista fue el encargado de revestirlo con los ornamentos propios de su nueva misión.

Posteriormente, se realizó la procesión a los diversos lugares celebrativos de la Iglesia parroquial, sobre todo en los que litúrgicamente se celebran los sacramentos de la fe, significando la encomienda pastoral:

Sede presidencial: Es el lugar que ocupa quien preside la celebración y uno de los espacios desde los cuales se predica, es decir, se enseña al pueblo congregado. Este sitio lo ocupa el párroco, encargado de la cura de almas en esta comunidad parroquial.

El altar: Es signo de Cristo. Los Padres de la Iglesia afirmaban que Cristo mismo fue al mismo tiempo sacerdote, víctima y altar. Por ello, el altar es venerado en toda celebración litúrgica.

La Capilla del Santísimo Sacramento: Este es el corazón de la parroquia, porque allí se encuentra Cristo mismo presente en el sacramento eucarístico. Es el lugar al cual todos los fieles deberían dirigirse primero para hacer oración; de este diálogo nace la fuerza para los católicos.

El bautisterio: La pila bautismal es el lugar donde se realiza el signo que nos incorpora al Cuerpo Místico de Cristo, haciéndonos miembros de la Iglesia, hermanos de Cristo y templos del Espíritu Santo. Allí comienza la vida de gracia.

La sede confesional: Es donde se dispensa la misericordia de Dios. La reconciliación es el sacramento en el cual los fieles, mediante la confesión de sus pecados, piden perdón y reciben el abrazo misericordioso de Dios a través del sacerdote.

Las llaves de la Iglesia (en la entrada): El párroco recibe las llaves del templo como signo de su misión. La puerta recuerda que Cristo es la puerta del redil y del Reino de los cielos. Al atravesar su umbral, los fieles entran para encontrarse con Él y con la comunidad, como familia en la casa del Padre.

El campanario: Las campanas convocan a los fieles a la asamblea celebrativa. Desde tiempos antiguos, su sonido se interpreta como signo del llamado de Dios.

Al concluir la celebración eucarística, el Pbro. Miguel Ángel, vicedecano del primer decanato, dirigió unas palabras de bienvenida al Pbro. Mariano, destacando la importancia de caminar juntos en la fe y en la misión pastoral. Posteriormente, los fieles compartieron un convivio fraterno que fortaleció los lazos comunitarios.





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