Comentario al Evangelio de la Presentación del Señor.
- Diócesis de Iztapalapa
- 1 feb
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Por: Redacción.
Queridos hermanos y hermanas en Cristo, hoy celebramos la Fiesta de la Presentación del Señor, una solemnidad llena de significado, pues nos recuerda que Dios ha entrado en nuestra historia como luz que disipa las tinieblas. El Evangelio según San Lucas nos narra este momento sagrado en el que Jesús, apenas un niño, es llevado al templo por María y José para ser presentado ante Dios. A través de esta escena, descubrimos tres grandes mensajes que iluminan nuestra vida de fe.

La obediencia de María y José: una fe que se expresa en lo concreto
María y José, cumpliendo la Ley de Moisés, presentan a Jesús en el templo. No lo hacen por mero cumplimiento, sino porque su fe es profunda y auténtica. Nos enseñan que el amor a Dios no es solo un sentimiento interior, sino que se traduce en actos concretos. Así también nosotros, en nuestro caminar cristiano, estamos llamados a vivir la fe con gestos de obediencia y confianza, aunque a veces no comprendamos plenamente los designios de Dios.
Simeón y Ana: la esperanza que se vuelve encuentro
En este Evangelio aparecen dos figuras entrañables: Simeón y Ana. Ambos ancianos han esperado durante años la llegada del Salvador y, en su vejez, ven cumplida la promesa divina. Simeón proclama con gozo que ha visto la salvación de Dios, mientras que Ana, llena de gratitud, anuncia esta buena nueva a los que la rodean. En ellos vemos reflejada la perseverancia en la fe. Cuántas veces en nuestra vida también anhelamos respuestas, consuelo y luz en medio de nuestras dificultades. La historia de Simeón y Ana nos recuerda que Dios nunca falla y que sus promesas se cumplen en el momento perfecto.
Jesús, signo de contradicción y luz para las naciones
Simeón, con palabras proféticas, anuncia que Jesús será "signo de contradicción" y que "una espada atravesará el alma" de María. Estas palabras nos llevan a contemplar el misterio de la cruz. Jesús viene a traer la salvación, pero esta salvación implica una entrega total, una lucha contra el pecado y la injusticia. También nuestra vida cristiana será a veces un desafío, pues seguir a Cristo nos exige nadar contra la corriente del mundo. Sin embargo, en medio de las dificultades, recordemos que Él es la "luz que alumbra a las naciones".
Presentemos nuestra vida al Señor
Hoy, en esta fiesta, contemplemos a María y José presentando a Jesús en el templo y preguntemos en nuestro interior: ¿qué le presento yo al Señor? ¿Le ofrezco mis alegrías y mis logros? ¿Le entrego mis miedos y preocupaciones? Que esta celebración sea un momento para renovar nuestra entrega, confiando en que Dios nos guía con su luz. Amén.
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