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Comentario al Evangelio del I Domingo de Adviento.

Por: Redacción.


En este I Domingo de Adviento, el Evangelio nos habla de un llamado profundo a la vigilancia y la esperanza. Jesús nos invita a reflexionar sobre los signos de los tiempos y a preparar nuestro corazón para su venida. Adviento es precisamente esto: un tiempo de espera activa, de renovar nuestra confianza en que el Señor viene a liberarnos. A la luz de este pasaje del Evangelio de San Lucas, reflexionemos juntos sobre cómo vivir con fe, esperanza y caridad en este camino hacia la Navidad.



Las señales en el cielo: Un llamado a reflexionar

El pasaje inicia con una descripción de eventos cósmicos que llenan de temor y angustia. Estas señales, más allá de su literalidad, nos invitan a mirar la fragilidad de nuestra existencia y nuestra dependencia de Dios. ¿Qué sucede en nuestro corazón cuando enfrentamos incertidumbre? El Señor nos llama a no temer, sino a confiar en que todo está bajo su providencia.


Levanten la cabeza: La esperanza ante la tribulación

Jesús no nos deja en el miedo. Él nos dice: “Levanten la cabeza, porque se acerca la hora de su liberación”. Este mensaje es central en nuestra fe: en medio del caos, Dios nos ofrece redención. ¿Cómo vivimos esta esperanza? Quizá hoy sea el momento de dejar de mirar al suelo, de cargar con nuestras preocupaciones, y volver nuestra mirada hacia el cielo, hacia Cristo que viene a liberarnos.


Estar alerta: Una vida vigilante

El Señor nos advierte sobre el peligro de caer en los vicios y las distracciones. Las preocupaciones de este mundo pueden entorpecer nuestra mente y alejarnos de lo esencial: nuestra relación con Dios. ¿Qué domina tu mente y tu corazón? Tal vez es tiempo de revisar nuestra vida y de alejarnos de aquello que nos aparta de su presencia.


La oración: Fuente de fortaleza y preparación

Finalmente, Jesús nos invita a “velar y orar continuamente”. La oración no es solo una acción, sino un estado del corazón que nos mantiene en comunión con Dios. Es el medio para permanecer firmes y preparados para el día en que lo encontremos cara a cara. ¿Estamos orando con fe, con confianza, con un corazón dispuesto?


Este Evangelio nos enseña que la vida cristiana no es pasiva, sino activa y vigilante. No sabemos cuándo vendrá el Señor, pero sí sabemos que vendrá con amor y justicia. Por eso, levantemos la cabeza, vivamos con esperanza y preparemos nuestro corazón en oración para recibirlo con alegría.

“Ven, Señor Jesús”.

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