Por: Redacción.
El corazón de la fe: Amar a Dios por completo
Jesús responde a la pregunta del escriba, revelando la esencia de nuestra fe. No se trata de un acto ritual, sino de una relación. "Amarás al Señor, tu Dios, con todo tu corazón, con toda tu alma, con toda tu mente y con todas tus fuerzas." Aquí, el Señor nos llama a entregarnos totalmente. Amar a Dios implica entregarle cada aspecto de nuestra vida: pensamientos, acciones, deseos. Es un amor íntegro y genuino que transforma, y que invita a ver todo a través de Él. ¿Cuánto amor tiene nuestro corazón para Dios?
Amar al prójimo: El rostro de Dios en los demás
El segundo mandamiento se une inseparablemente al primero: "Amarás a tu prójimo como a ti mismo." Jesús nos muestra que el amor no es solo vertical (hacia Dios), sino también horizontal (hacia los demás). No podemos decir que amamos a Dios si ignoramos a quien está a nuestro lado, pues cada persona es imagen de Dios. Este amor al prójimo nos invita a servir, a perdonar, a ser compasivos. Es un amor que se expresa en gestos cotidianos y en las relaciones con aquellos que están a nuestro alrededor.
La sabiduría del escriba: Entender la esencia sobre los rituales
El escriba comprende que el amor a Dios y al prójimo tiene un valor mayor que todos los sacrificios. Esto nos invita a recordar que los actos externos, por importantes que sean, solo tienen sentido si están llenos de amor. Dios no busca rituales vacíos, sino corazones sinceros que amen y se entreguen. ¿Cómo son nuestras prácticas? ¿Estamos cumpliendo con ritos sin amar verdaderamente?
"No estás lejos del Reino de Dios"
Jesús reconoce la sabiduría del escriba y le dice: “No estás lejos del Reino de Dios”. Esta es una invitación para todos nosotros. No basta solo conocer los mandamientos; debemos vivirlos. El Reino de Dios no es solo una meta futura, sino una realidad que empezamos a experimentar aquí y ahora cuando nos dejamos guiar por el amor. ¿Estamos realmente viviendo en el amor de Dios y del prójimo?
Este pasaje nos recuerda que el camino al Reino de Dios está en el amor: amar a Dios con todo nuestro ser y amar al prójimo como a nosotros mismos. Al vivir estos mandamientos, descubrimos la verdadera vida que Dios quiere para nosotros y comenzamos a construir el Reino aquí en la tierra. Pidámosle a Dios la gracia de vivir con un amor auténtico, para acercarnos cada día más a su Reino.
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