Primer Día de Visita Pastoral en la Parroquia de la Divina Providencia.

Por: Lizeth Álvarez.

El 10 de julio, Monseñor Jorge Cuapio Bautista, Obispo de Iztapalapa, realizó su primera Visita Pastoral a la Parroquia de la Divina Providencia, ubicada en la Calle 2 Guadalupe Magaña 3, dentro de la Unidad Habitacional Vicente Guerrero. Esta parroquia forma parte del Segundo Decanato y está bajo la guía del Pbro. Andrés Hernández Tinoco.

La jornada pastoral inició con la celebración de la Santa Misa, presidida por Monseñor Cuapio y concelebrada por el Pbro. Andrés, marcando un momento de especial relevancia espiritual para la comunidad.

A las 18:30 horas, el Obispo sostuvo un encuentro cercano con los fieles, a quienes invitó a presentarse con confianza y libertad, “como entre amigos”, expresó. Manifestó su deseo de conocerlos y de escuchar sus inquietudes para caminar juntos como Iglesia.

Durante su intervención, Monseñor compartió varias reflexiones que invitaron a la comunidad a profundizar en su fe:

“Debemos perseverar en la fe; muchas veces buscamos sin darnos cuenta de lo que ya tenemos, viviendo en medio de una confusión religiosa.”

Con esta frase, el Obispo llamó a valorar el don de la fe que muchas veces se descuida o se da por hecho. Invitó a reconocer lo que se posee espiritualmente, en lugar de buscar respuestas fuera de la propia tradición católica, especialmente en tiempos donde proliferan ideas religiosas confusas o superficiales.

“La fe no se desecha, es un regalo que debemos cuidar y corresponder.”

Aquí recordó que la fe no es un objeto intercambiable ni desechable, sino un don de Dios que implica una responsabilidad. Cuidarla y corresponderle significa vivirla con coherencia, formarse y compartirla con los demás.

“Hay que cultivar la fe desde la infancia, hablar de Dios y cumplir su voluntad en la vida cotidiana.”

Monseñor subrayó la importancia de la transmisión de la fe en el seno familiar. Afirmó que no basta con hablar de Dios, sino que es necesario formar a los niños y niñas desde pequeños con el ejemplo y una vida coherente con el Evangelio.

“Las adversidades no deben intimidarnos, sino impulsarnos a actuar con valentía y amor.”

Reconoció que las pruebas y los retos son parte de la vida, pero no deben paralizar al cristiano. Por el contrario, deben ser asumidas con fortaleza espiritual y caridad, siendo testigos de esperanza en medio de las dificultades.

“Somos templos del Espíritu Santo y nuestra vida debe ser una ofrenda que edifique la Iglesia.”

Aludiendo a la enseñanza paulina, el Obispo recordó que cada persona bautizada es morada de Dios, y por ello su vida entera debe ser una entrega generosa al servicio de la Iglesia, especialmente en la comunidad parroquial.

“Un cristiano busca a Dios cada día y forma su corazón con sabiduría y bondad.”

Con estas palabras, Monseñor invitó a no vivir la fe como una costumbre ocasional, sino como un camino constante de búsqueda interior, en donde se cultiva un corazón sensible, sabio y dispuesto a hacer el bien.

Más tarde, el Obispo se reunió con integrantes de la Escuela de Pastoral, el Grupo de Oración y Alabanza, y el grupo de Lectura de la Biblia. Los representantes compartieron sus inquietudes sobre la disminución en la participación de fieles tras la pandemia, especialmente entre los jóvenes.

Antes de concluir su visita, Monseñor dirigió un mensaje final cargado de esperanza y claridad doctrinal:

“Dios nunca te va a abandonar.”

Una afirmación sencilla pero profunda: la fidelidad de Dios permanece incluso cuando el ser humano se aleja. Es un mensaje que consuela y anima a confiar, especialmente en tiempos difíciles.

“Cuando una persona abandona la Iglesia Católica, comete una falta que se llama apostasía.”

En este punto, Monseñor explicó con claridad que el abandono consciente y voluntario de la fe católica es una decisión grave conocida como apostasía. No con ánimo de condenar, sino de subrayar la importancia del compromiso bautismal que nos une a la Iglesia.

“Salgamos y prediquemos el Evangelio con amor y con un buen comportamiento cristiano en las calles y con nuestros hermanos.”

Finalmente, el Obispo motivó a los fieles a vivir la misión evangelizadora en la vida diaria: no solo con palabras, sino también con acciones y actitudes que reflejen el Evangelio en lo cotidiano.

La jornada concluyó con una reunión privada entre Monseñor Jorge Cuapio Bautista, los grupos pastorales y el presbítero Andrés Hernández Tinoco. En este espacio, se dialogó sobre estrategias y propuestas para revitalizar la vida comunitaria y fortalecer la participación de los fieles en las actividades pastorales.

La visita dejó una huella profunda en la comunidad, fortaleciendo los vínculos eclesiales e inspirando nuevas iniciativas para seguir anunciando a Cristo con alegría y esperanza.