Primer Día de Visita Pastoral en la Parroquia de Nuestra Señora de Zapopan
- Diócesis de Iztapalapa

- 14 jul
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Actualizado: 26 jul
Por: Víctor Barojas
En continuidad con las Visitas Pastorales del Segundo Decanato, el domingo 14 de julio a las 17:00 horas, +S.E. Mons. Jorge Cuapio Bautista, Obispo de Iztapalapa, inició su Visita Pastoral en la Parroquia de Nuestra Señora de Zapopan, ubicada en la colonia Progresista. La comunidad parroquial está a cargo del Pbro. Eduardo Gallegos Rodríguez y del Diác. Permanente Lorenzo Palma.

El primer acto del día fue un encuentro con el Consejo Pastoral Parroquial, donde se presentó un informe de actividades y el plan de trabajo de los diferentes grupos que integran la vida comunitaria: Escuela de Pastoral, Misioneros de la Misericordia, Catequesis, Guardia de Honor de la Virgen de Zapopan, Pastoral Matrimonial, Pastoral Juvenil, Camino Neocatecumenal, Adoración Nocturna, Ministros Extraordinarios de la Sagrada Comunión y el Ministerio de Música.

Más tarde, Monseñor Cuapio sostuvo un diálogo con representantes de todos los grupos parroquiales. Fue un espacio de escucha y participación, donde los fieles compartieron experiencias, inquietudes, retos y necesidades. También se proyectó un video con el testimonio del trabajo realizado por cada grupo.

Durante su mensaje a la comunidad, Monseñor destacó que su presencia no responde a una revisión administrativa, sino a una acción pastoral de cercanía y acompañamiento.
“Yo no vengo a pedir cuentas, sino a estar con la comunidad”, afirmó, subrayando que la misión del pastor es caminar junto a su pueblo, especialmente en medio de las dificultades.
Al abordar el contexto actual, el Obispo expresó con preocupación:
“Cada quien cree en el Dios que quiere, y eso está mal porque nos desconcierta.”
Con esta frase, Monseñor alertó sobre la fragmentación de la fe y el riesgo de relativizar la verdad revelada. Invitó a volver al centro de la fe cristiana: Jesucristo.
“Cuando todos teníamos una sola fe, confundíamos la fe con la costumbre, y la fe no es costumbre: es una opción de vida, es una expresión de nuestro corazón.”
Con estas palabras, exhortó a no vivir la religión como un mero hábito heredado, sino como una convicción libre, personal y transformadora.
A continuación, animó a la comunidad a redescubrir los dones fundamentales del cristianismo:
“Tenemos que apreciar: el Don del Espíritu, el Don de la Fe, la Esperanza y el Amor.”
Estos tres pilares teologales, explicó, deben guiar el caminar del creyente, especialmente en un tiempo marcado por la incertidumbre.
“Estamos en un tiempo donde necesitamos la fortaleza de nuestra fe.”
Monseñor recordó que en medio de los desafíos actuales, la fe debe ser una fuerza que anime, sostenga y unifique a las comunidades.
Además, subrayó el valor del servicio como expresión concreta de la caridad cristiana:
“Un acto importante de caridad es el servicio.”
Destacó que servir a los demás no es una tarea opcional, sino parte esencial de la identidad del discípulo de Cristo.
En ese mismo sentido, hizo memoria del llamado del Papa Francisco al Año de la Esperanza:
“Tenemos que apreciar también el Año de la Esperanza que nos regaló el Papa Francisco. Nosotros caminamos con esperanza.”
El Obispo insistió en que la esperanza no es una ilusión vacía, sino una certeza firme en la victoria del bien.
“Nosotros tenemos esperanza porque el Señor, con su muerte, ha vencido al Mal.”
Con esta afirmación, reafirmó que la cruz de Cristo no es fracaso, sino fuente de salvación y fuerza para enfrentar el mal.
Finalmente, invitó a todos a volver a lo esencial de la vida cristiana:
“Tenemos que ver lo importante: la Escucha de la Palabra, la Oración, hagamos una comunidad Eucarística, la Promoción de la Santísima Virgen y la cercanía al Santísimo; con eso haremos mucho bien.”
Estas prácticas, dijo, renuevan la vida espiritual y fortalecen la identidad de la comunidad parroquial.
“El cristiano se tiene que distinguir por su cercanía y servicio.”
Con esta frase concluyó su mensaje, recordando que el testimonio del creyente se manifiesta en su trato con los demás.

La jornada concluyó con la celebración de la Santa Misa, presidida por el Obispo y concelebrada por el párroco, en un ambiente de profunda fe, unidad y alegría comunitaria.






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