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Segundo Día de Visita Pastoral a la Parroquia de la Resurrección

  • Foto del escritor: Diócesis de Iztapalapa
    Diócesis de Iztapalapa
  • 30 jul
  • 3 Min. de lectura

Por: Anahi Torres.


El 29 de julio se llevó a cabo el segundo día de la Visita Pastoral de +S.E. Monseñor Jorge Cuapio Bautista en la Parroquia de la Resurrección de Cristo, ubicada en el Segundo Decanato de la Diócesis de Iztapalapa, bajo la guía del presbítero Diogo Clemente Neto.

Desde su llegada, el Obispo fue recibido con alegría por la comunidad parroquial. Con evidente entusiasmo, los fieles expresaron su cariño al Pastor, quien respondió con cercanía y gratitud.

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Durante el encuentro, los integrantes de los encuentros matrimoniales compartieron con Monseñor los frutos de su trabajo pastoral, orientado a fortalecer la unidad familiar y la comunicación entre esposos. Subrayaron que estar en diálogo constante con sus párrocos les ayuda a vivir más profundamente su fe en comunidad.

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Monseñor Cuapio agradeció los testimonios y señaló que él permanece atento al caminar de su pueblo, recordando que la tarea más importante de la Iglesia es construir juntos el bien común:

“Tenemos que discernir en el presente y construir en el futuro”.

Con esta frase, el Obispo invitó a los matrimonios a mirar con esperanza, actuando con responsabilidad hoy para forjar un mañana más justo y solidario. Hizo un llamado a recuperar la dignidad de las personas mediante el amor y la preparación consciente del porvenir.

Inspirado en el testimonio de jóvenes santos, el Obispo animó a los presentes a vivir con mayor cercanía a Dios:

“Para llegar a la santidad es mediante el amor de Dios”.

Esta afirmación remarcó que la santidad no es un ideal lejano, sino una meta posible cuando se vive con autenticidad el amor divino en la vida cotidiana.

“El estar delante de un santo es una bendición”.

Con estas palabras, Monseñor compartió su experiencia personal al haber conocido a tres Pontífices: San Juan Pablo II, de quien admiró su santidad y ternura; Benedicto XVI, por su sabiduría y su mirada limpia como la de un niño; y el Papa Francisco, cuya alegría, generosidad y disposición pastoral lo conmovieron profundamente.

“Con este Papa Francisco solo me queda creer en su ministerio y obedecer. Por él fui llamado aquí a Iztapalapa”.

Recordando su nombramiento episcopal, Monseñor expresó que su misión en la Diócesis está íntimamente ligada al testimonio de Francisco, invitando a vivir la fe con signos concretos de cercanía y respeto:

“Para construir la Iglesia, más que con palabras, debe ser con signos de respeto, cercanía y confianza para fortalecer el corazón”.

Dirigiéndose nuevamente a las familias, hizo una reflexión sobre la formación de los hijos, los valores que se siembran en casa y el sentido del verdadero tesoro espiritual:

“Donde está tu tesoro está tu corazón”.

A partir de esta cita evangélica, el Obispo invitó a cuidar los afectos, a no cerrarse a lo material y a cultivar relaciones sólidas basadas en el amor.

“El espacio donde construyes un cielo o un infierno, es tu casa”.

Con esta frase contundente, exhortó a los esposos a compartir, planificar y enseñar a sus hijos desde la sabiduría de las generaciones anteriores. Subrayó que es en el hogar donde se siembra el futuro y se protege el corazón de los niños.

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Posteriormente, Monseñor se reunió con representantes de diversos grupos parroquiales: ministros extraordinarios de la comunión, catequistas, el grupo del Sagrado Corazón y el grupo del Rosario. Cada uno expresó su experiencia y compromiso en el servicio eclesial.

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Las catequistas manifestaron su dedicación a los más pequeños y afirmaron que reforzarán su misión a partir de las palabras del Obispo. Los ministros reconocieron que su servicio no solo es litúrgico, sino también de testimonio, y el grupo del Rosario compartió su deseo de fomentar en familia el rezo diario, especialmente entre los niños.

Monseñor agradeció el servicio generoso de todos los laicos, destacando el poder transformador de la misericordia y la oración:

“La obra de salvación es la misericordia”.“El bien se difunde”.“El corazón se forma por la luz de la oración”.

Llamó a los grupos a trabajar en comunión, recordando que la Iglesia es una sola familia, compuesta por diversos carismas pero un mismo Espíritu. En ese sentido, dejó dos tareas concretas:

  1. Visitar y contemplar al Santísimo.

  2. Rezar el Rosario a la Virgen María.

El día culminó con la celebración de la Santa Misa, presidida por Monseñor Cuapio. En su homilía, recordó la figura de Santa Marta —cuyo día litúrgico se conmemoraba— y destacó la importancia de distinguir la gracia en medio de las circunstancias dolorosas:

“Ante el dolor tendemos a reclamar, y con eso hay que tener cuidado”.

Pidió a los fieles ser pacientes, amorosos e inteligentes, recordando que la fe no se vive sólo con palabras, sino con el testimonio diario. Invitó a todos a caminar en la verdad del Evangelio:

“Morimos y resucitamos. En nuestro bautizo nacemos en Cristo y resucitamos con Él cuando morimos”.

Finalizada la Eucaristía, Monseñor compartió un momento de convivencia fraterna con la comunidad parroquial, en un ambiente de cercanía, alegría y esperanza.

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