Segundo Día de Visita Pastoral en la Parroquia de Nuestra Señora de Guadalupe .
- Diócesis de Iztapalapa

- 2 ago
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Por: Víctor Barojas.
El 1 de agosto a las 17:00 horas se llevó a cabo el segundo día de la Visita Pastoral de Su Excelencia Monseñor Jorge Cuapio Bautista, Obispo de Iztapalapa, a la Parroquia de Santa María de Guadalupe, ubicada en la colonia Guadalupe del Moral, zona de Miguel Hidalgo 1. Esta comunidad forma parte del segundo decanato y está bajo la guía pastoral del Pbro. Nemorio García Vega.

Monseñor Cuapio fue recibido con entusiasmo por el párroco y por los fieles de la comunidad. Como parte del programa, se organizó una dinámica titulada “Conoce al Obispo”, en la que los asistentes pudieron formularle preguntas sobre su historia personal, su vocación, sus pasatiempos y los desafíos de su ministerio.

Durante el diálogo, Monseñor expresó que estas preguntas, lejos de ser meramente curiosas, son una oportunidad para compartir el camino de fe con el pueblo de Dios. Subrayó que su servicio pastoral nace de una profunda convicción:
“Lo que hacemos no es porque nos gusta, sino porque nos sentimos responsables ante Dios de la vida de nuestros hermanos”.
Con esta afirmación, el Obispo destacó que el ministerio no se trata de un cargo, sino de una entrega constante motivada por la conciencia del llamado divino.

Después de este encuentro cercano, se presentaron los líderes sociales de la comunidad, quienes han promovido diversas iniciativas en favor del bienestar colectivo. Uno de ellos expuso los principales desafíos que enfrentan, entre ellos la inseguridad, el crimen organizado y la carencia de recursos. También compartieron logros y esfuerzos colectivos que han fortalecido el tejido social de la colonia.

Durante este espacio, una historiadora local presentó parte del trabajo que ha realizado para rescatar y documentar la historia de la colonia, lo cual fue ampliamente valorado por el Obispo. En su intervención, Monseñor destacó que la Iglesia no puede olvidar su pasado, porque la memoria es esencial para comprender lo que Dios ha obrado en medio de su pueblo.
“La Iglesia tiene que ser una Iglesia memoriosa”, afirmó con convicción.
Esta frase no fue una simple reflexión, sino una exhortación a redescubrir y valorar los signos de la presencia de Dios a lo largo de la historia. Para Monseñor Cuapio, sólo al mirar con gratitud el camino recorrido se puede asumir con responsabilidad el presente.

Explicó que recordar no es un ejercicio nostálgico, sino una manera de reconocer que Dios ha actuado desde siempre en nuestras vidas. Por ello insistió:
“Si no recogemos lo que Dios ha hecho en nosotros desde el día en que nos soñó, no vamos a valorar lo que Dios nos dio”.
Además, el Obispo hizo un llamado a no perder de vista que la fe cristiana no es una doctrina abstracta, sino una experiencia viva que transforma a las personas. En este sentido, animó a los fieles a construir relaciones fraternas dentro de la comunidad.

Con voz serena pero firme, señaló que una Iglesia fuerte no es la que tiene muchos recursos, sino la que se comporta como una verdadera familia:
“Sueño con una Iglesia como familia: amándonos, cuidándonos, respetándonos. Eso hace grande a nuestra Iglesia”.
Al concluir el encuentro, se celebró la Santa Misa, presidida por Monseñor Cuapio Bautista, en la que oró por el ministerio del padre Nemorio y por la comunidad que le ha sido confiada.

Durante su homilía, reflexionó sobre el Evangelio del día, donde Jesús enseña por medio de parábolas. Monseñor explicó que aunque las parábolas causan inicialmente admiración, también generan rechazo cuando invitan a reconocer que Dios se manifiesta en lo cotidiano y no sólo en lo extraordinario.

Recordó que Jesús fue cuestionado por su propia gente precisamente porque lo conocían demasiado bien. Este detalle revela la dificultad de aceptar que lo divino se encarna en lo humano.
“El gran sentido de la presencia de Dios es la humanidad de Jesucristo”, explicó.
Añadió que muchas veces preferimos imaginar a Dios como lejano y exclusivo, cuando en realidad se hace presente en lo más cercano.
Por ello, invitó a los fieles a dejar atrás las imágenes idealizadas de Dios y a reconocerlo en la vida diaria, en lo sencillo y en lo concreto. Subrayó que el Evangelio nos llama a purificar nuestras ideas y a abrirnos con humildad a la forma en que Dios actúa.
La jornada concluyó en un ambiente de profunda gratitud y comunión, con una comunidad fortalecida por la cercanía de su Pastor y motivada a seguir caminando como Iglesia viva, en memoria, fe y fraternidad.





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